Estoy metida hasta las pestañas en una gira nacional con Manuel Carrasco. Soy corista, sí, pero también soy guerrera: me quito el traje de diva, me planto la armadura y salgo cada noche a dejarme los pulmones, la piel y el alma con él. Se necesita energía —y vaya que la gasto—, pero aún me sobran ojos grandes para la ilusión y el hambre creativa.
El 17 de septiembre lanzo una nueva canción, como quien lanza una botella al mar con un mensaje dentro: que sigo viva, que sigo cantando, que sigo pariendo melodías que me arden en la garganta y me acarician por dentro. Y mientras tanto, guardo en el bolsillo canciones inéditas que laten como animales indomables, esperando su turno para salir al mundo.
Viajo por España, compartiendo amor y talento, mirando la luna con ojos de niña, porque la niña nunca se fue.
La Pucci 
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